SEGUÍA EN CASANARE.
Las sabanas de Casanare
están quedando desiertas y los animales silvestres se están muriendo.
El grito de alerta lo pegaron varios ambientalistas: Libia Parales,
Eduardo Martinez, Migsy Pérez, y muchos más anónimos amantes de la naturaleza y
finqueros de la región.
Llano adentro, a cuatro
horas de Paz de Ariporo, comienza la lucha de los chigüiros y otras
especies por sobrevivir. Desde hace un mes no llueve y las fuentes
de agua se secaron.
En Caño Chiquito, se
tejen las historias de preocupación porque los pobladores de la región no saben
qué hacer.han muerto por lo menos 3 mil animales, entre chigüiros, vacas,
zorros y otras especies.
Unos buscan agua. Otros a
miembros de su manada. Pero la gran mayoría termina recostada sobre los caños
secos o encima de otros animales, como abrazando sus desgracias.
Hasta hace algunos meses
los chigüiros le huían a la presencia de los hombres. Pero ahora,
en esta agonía, no tienen alientos de esconderse. A duras penas se
arrastran entre las piedras y el polvo. O se acompañan de las vacas moribundas
y esqueléticas, que se sumergen en el lodo y las aguas contaminadas, a merced
de los caimanes.
INOPERANCIA AMBIENTAL.
Las últimas lluvias que
vieron los pobladores de la sabana de Paz de Ariporo fueron hace unos
cinco meses. Desde entonces los ruegos a San Isidro Labrador y a la Virgen de
Manare han sido vanos. Ni siquiera la muerte de tantos animales ha hecho caer
lágrimas de lluvia en la sabana.Esta es la historia de todos los años por esta
época: sed, sequía, muerte animal e inoperancia de las autoridades
ambientales. “Si es de todos los años, ¿por qué no han adelantado un plan de
acción?”,Algunos aseguran que las condiciones climáticas y la pérdida de agua por
la explotación petrolera, están secando la sabana.Sin embargo, nadie sabe
ni puede asegurar que la culpa es por la extracción petrolera, porque no hay un
estudio que así lo determine, a pesar de que en esas sabanas quedan los campos
algunas persona del sector ,adelantan algunos trabajos a sus
alrededores. Eduardo Martínez, de la Reserva Natural La Esperanza de Paz de
Ariporo, asegura que también la culpa es de la gente: “Nos preocupamos más en
sacarle dinero a la tierra, que en conservar nuestros recursos”.En Miramar,
donde no hay una sola gota de agua y sí un mar de polvo; a El Amparo, donde hay
total desamparo de Corporinoquia; a La Esperanza, la reserva natural que hace
todo el esfuerzo por mantener el ecosistema, y a Chaparrito donde la sequedad es
cada vez más grande. finqueros afectada, aseguró que para mitigar el impacto
varios dueños de hatos están construyendo molinos de viento para poder sacar
agua, y con una manguera llevarla a los tanques y luego a los abrevaderos
para que beban los animales.
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